Hablamos de resultados, cifras, conversiones, impacto… pero casi nunca hablamos de felicidad.
Hace un tiempo, en nuestras reuniones habituales de equipo —y justo cuando empezamos a buscar nuevos talentos para el estudio— llegamos a una conclusión compartida: realmente no nos gusta el término “Recurso Humano” o “Capital Humano”. Nos incomoda profundamente. Y no solo aplicado a los miembros del equipo, sino a cualquier persona que forma parte de la comunidad laboral. Especialmente, los clientes.
Parte de nuestra filosofía es pensar a los clientes como mucho más que eso (y, por lo tanto, a los proyectos como mucho más que simples entregas). ¿Por qué? Porque, entre otras cosas, con un “recurso” uno se vincula de forma utilitaria, pero con una “persona” se establece una relación. El “capital” se consigue, pero los clientes son una parte esencial de la estructura que construimos en cada proyecto, pieza o diseño que desarrollamos.
En nuestro imaginario, construimos con quienes trabajamos una relación multidimensional. No son un activo, son una parte vital de nuestra vida laboral y, por lo tanto, personas que requieren lo mismo que cualquier otra relación: escucha activa, compromiso y cuidado para nutrir, mejorar y fortalecer ese vínculo día a día.

Hace unos meses, después de una de nuestras reuniones semanales para revisar el estado de los proyectos, surgió de manera intuitiva la idea de armar una lista… pero no de proyectos, sino de clientes. Un panel de control que organizara fechas de entrega, responsables por área, tipo de proyecto, etc. Pero había algo que faltaba: el factor humano. Así nació la idea de sumar una nueva columna donde, lejos de ser algo frío, pudiéramos registrar nuestra percepción sobre el estado del vínculo con cada cliente.
¿Cómo funciona? Es muy simple, y al mismo tiempo, súper útil. Le asignamos un puntaje del 1 al 10 a cómo vemos nuestra relación con ese cliente: cuánto nos quiere, si está feliz o enojado, si la relación fluye o está tensa. Es un verdadero "mood board" en el sentido más literal; internamente, lo llamamos “Índice de Felicidad”. Este tablero, además de darnos una mirada semana a semana, nos aporta algo fundamental: nos permite identificar rápidamente la prioridad real. Así sabemos con quién tenemos que hablar, qué vínculo necesita atención, dónde tenemos que ser más eficientes y redoblar los esfuerzos.
Porque los proyectos son mucho más que fechas de entrega. Son una fuente de felicidad. Y la felicidad es lo que hace que todo funcione mejor para nosotros.